¿Por qué me rechazáis, ¡Oh! humanidad?
¿Por qué me rechazáis, humanidad? Yo estoy a la puerta y hablo. Espero en cada momento que abran sus corazones al Amor Santo. Amor que fluirá de mi Sagrado Corazón a todas las almas. Amor que se extenderá cómo Llama de Fuego a toda la tierra.
Yo soy Amor y deseo ser amado. Humanidad ingrata e insensata ¿hasta cuándo responderás a mi Amor?[1] Amarme significa imitarme, seguirme y obedecerme.
Yo traigo Fuego encendido[2] del Amor para cada alma, pues los quiero calientes y no tibios porque al tibio lo vomito de mi boca[3].
En el silencio de cada alma se abre un nuevo horizonte, es el atardecer donde el sol se opaca, y deja brillar mi Luz, clarísima y bella[4]. El sol de las pasiones, el fuego del egoísmo y el odio, aunque haya sol, sólo existe tinieblas; y vendrá la Fuente del Amor, mi Sagrado Corazón ha de brillar en su interior.
Dejad que esta Luz brille, para que los hombres, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen al Padre que está en los Cielos. Sólo así se conocerá el Fuego de Amor de mi Sagrado Corazón.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
[1] Deuteronomio 10,12
[2] San Lucas 12, 49
[3] Apocalipsis 3,16
[4] Isaías 2,6