Hijos, desde la creación me he manifestado como un padre cercano. Con el pecado, esta imagen ha sido distorsionada en el corazón del hombre.
Yo, desde siempre, desde antes de la creación, durante la creación, después de la creación y eternamente, he sido Dios Padre Tierno y Misericordioso [1].
En este tiempo, a través de mis apariciones en el Apostolado y con mis Últimos Llamados de Amor y de Conversión, vengo a restablecer en el corazón del hombre la imagen y el título que la serpiente antigua les robó con el pecado.
Vengo como Dios Padre Tierno y Misericordioso, como lo fui en el principio y lo seré siempre, a confirmar mi nombre y mi amor.
El título de Dios Padre Tierno y Misericordioso siempre lo he tenido; más, ahora, formando un ejército, el Ejército del Cordero, el Ejército de los Dos Corazones, vengo delante de este ejército entronizando nuevamente mi nombre en toda la tierra y proclamando el último llamado –a la humanidad– de amor y de conversión.
Hijos, el mundo, a través de ustedes, conozca al Padre; a Mí, Dios Padre Tierno y Misericordioso[2].
El Apostolado es el Ejército del Cordero que restituye el honor del Padre y proclama el amor del Padre.
Ustedes, Apóstoles del Cordero, llamen a sus hermanos hacia la salvación que trae el Padre.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Ave María purísima, sin pecado original concebida.
[1] Salmo 103
[2] Eclesiástico 3, 11 La gloria de un hombre depende de la honrade su padre