Queridos hijos de mi doliente Corazón, contemplen, hijos míos, a su Redentor: ¿Quién ha amado como Yo? ¿Quién ha sido capaz de aceptar a todos como Yo? ¿Quién ha amado y servido, sin distinción, a los hombres como Yo? Por eso, pequeños, les invito a que me miren sufriente y doliente, pero no por maldad, sino por Amor; del odio de mis enemigos, Yo tuve en mis sufrimientos el Amor para salvarlos a ellos, para salvarlos a ustedes, para salvarlos a todos.
¡Síganme en la Vía Dolorosa! Vean a mi amada Madre que se acerca entre la multitud que odia, que está ciega por el humo de satanás, se acerca a consolarme, y con su mirada me ofrece su Corazón, y con su mirada me dice: Te amo y estoy aquí, estoy por Ti.
¡Sigan el ejemplo de mi Madre y sean consoladores de mi Corazón! Miren a mi Corazón en los vuestros, en sus prójimos, en ustedes mismos; mírenme allí, y digan: «Jesús, estoy aquí», como lo hizo mi Madre.
Pequeños, vivan en paz; si quieren la paz, el amor, la suavidad del Espíritu, la tranquilidad de la conciencia, la unión en los corazones, vivan Nuestros Mensajes; si los viven, tendrán paz. No digo esto al mundo, lo digo a ustedes porque los amo. ¡Síganme! No rechacen a su Señor sufriendo; sufre porque les ama y les ama mucho.
Yo les bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.