Mas tarde el Sagrado Corazón de Jesús habló y en locución interior me dijo:
“Mi pequeño nazareno”.
Manuelito, mi pequeño corazón, mi pequeño nazareno, hoy te digo, que todas las oraciones de todos mis niños, de todos los que son como niños y me aman[1], son los que confortan y sostienen la gran batalla spiritual que se ha desatado sobre mi pueblo[2].
Orad mi pequeño clavel, orad espina delicada de mi Sagrado Corazón, juntos venceremos esta guerra.
Gloria sea siempre al Padre Eterno, Yahvé, nuestro Abba. Amén.
[1] Mateo 18, 3: en verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
[2] Efesios 6,12: nuestra lucha no es contra carne y sangre sino contra Principados y Potestades del mundo de las tinieblas.