Amado hijo de mi Sagrado Corazón Eucarístico:
¿Porqué hablo de ti? ¿Porqué hablo para ti? ¿Porqué, a través de ti, comunico a la humanidad las últimas advertencias?
Hijito, no te escogí por tus méritos, sino por tu miseria, eras la miseria más pequeña cuando te consagré para ser mi heraldo. Te hablo porque, a través de ti, quiero concretizar la Obra final de nuestros Sagrados Corazones. A ti y en este bendito lugar, el más ignorado de todos los lugares de la tierra, estamos manifestando nuestras últimas apariciones en la humanidad y en nuestras últimas apariciones trasmitir, a través de ti, los Últimos Avisos para que el mundo se convierta.
Solo conociendo la raíz de la cual estoy haciendo brotar mi cosecha podrán comprender mi Apostolado.
Yo te amo, el más pequeño de mis consoladores, que me da los más grandes descansos.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.