Queridos hijos, pequeños apóstoles de nuestros Sagrados Corazones, como vuestra Madre de las Lágrimas deseo trasmitir mi Llamado.
En muchos lugares del mundo me he manifestado derramando Lágrimas. Como Madre he llorado por todos mis hijos, porque. Como Madre amo a cada hijo de Dios con un Amor único y especial ¡y sufro tanto porque veo continuamente caer almas al fuego del infierno!
Comprendan que grande es mi Dolor, el amor de una madre en la tierra no se puede comparar al Amor de vuestra Madre del Cielo, que es un Amor único, infinito e irrepetible, para cada hijo mío. Consideren las Lágrimas y los Dolores de vuestra Madre. Vean en mis Lágrimas el Llamado de Amor y de Conversión.
Lloro porque mis hijos no quieren entender, lloro porque la humanidad se aleja, cada instante, más del Amor de Jesús. Hijos, no quiero que se extravíen, no quiero que se confundan, sigan mis Llamados de Amor y de Conversión, porque en Ellos les muestro el camino que deben recorrer en este éxodo de los Últimos Tiempos. No se desvíen sino que escúchenme.
Mi Doloroso e Inmaculado Corazón es la Estrella que debe guiarlos. Confíen y conságrense a vuestra Mamá del Cielo.
Y a ti, pequeño, que se te otorgo la Gracia de la Unión de nuestros Dos Corazones al tuyo, ya no es una unión en Espíritu, sino también en Verdad. Nuestros Dos Corazones con el tuyo, son un mismo palpitar, unidos en un mismo Amor y sufriendo un «único” Dolor. Nuestros Dos Corazones verdaderamente están en ti. Te entrego mi Bendición Maternal.
Y desde mi Jardín, esparzo sobre el Mundo, mis Lágrimas Maternas, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
En muchos lugares del mundo me he manifestado derramando Lágrimas. Como Madre he llorado por todos mis hijos, porque. Como Madre amo a cada hijo de Dios con un Amor único y especial ¡y sufro tanto porque veo continuamente caer almas al fuego del infierno!
Comprendan que grande es mi Dolor, el amor de una madre en la tierra no se puede comparar al Amor de vuestra Madre del Cielo, que es un Amor único, infinito e irrepetible, para cada hijo mío. Consideren las Lágrimas y los Dolores de vuestra Madre. Vean en mis Lágrimas el Llamado de Amor y de Conversión.
Lloro porque mis hijos no quieren entender, lloro porque la humanidad se aleja, cada instante, más del Amor de Jesús. Hijos, no quiero que se extravíen, no quiero que se confundan, sigan mis Llamados de Amor y de Conversión, porque en Ellos les muestro el camino que deben recorrer en este éxodo de los Últimos Tiempos. No se desvíen sino que escúchenme.
Mi Doloroso e Inmaculado Corazón es la Estrella que debe guiarlos. Confíen y conságrense a vuestra Mamá del Cielo.
Y a ti, pequeño, que se te otorgo la Gracia de la Unión de nuestros Dos Corazones al tuyo, ya no es una unión en Espíritu, sino también en Verdad. Nuestros Dos Corazones con el tuyo, son un mismo palpitar, unidos en un mismo Amor y sufriendo un «único” Dolor. Nuestros Dos Corazones verdaderamente están en ti. Te entrego mi Bendición Maternal.
Y desde mi Jardín, esparzo sobre el Mundo, mis Lágrimas Maternas, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.