Nuestros Tres Sagrados Corazones están presentes y atentos a sus oraciones.
Hijo:
Desde el Trono del Padre, Tierno y Misericordioso, brota aceite santo, con el cual, nuestros Tres Corazones te ungimos, para que a través de tu pobre nada, sean dados a la humanidad los Últimos Avisos y Llamados a la conversión.
Que tu corazón nunca se inquiete, porque todo lo que te hemos dicho está al servicio de la Divina Revelación y marcado por el amor filial a la Iglesia.
Por eso, el que quiera escucharnos que nos escuche, el que quiera creer que crea y el que quiera recorrer este camino de santidad, que es el Apostolado, que lo recorra.
Tú, hijo mío, trasmite el mensaje, vívelo, y no te preocupes si otros lo aceptan o no. Recuerda las palabras del Señor al profeta: corrige al pecador, si este no cambia cuando ya lo hayas corregido, entonces no recaerá sobre ti su castigo, (Ezequiel 3: 21).
Por eso hijo, quédate en paz, porque en todo has sido fiel a Jesús, a mi Divina Esposa y a Mí, tu Santo Patriarca.
El Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, el Doloroso e Inmaculado Corazón de María y mi Casto y Amante Corazón los bendicen.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.