Queridos hijos:
Contemplen mi Corazón traspasado por los pecados de la humanidad, la lanza que abrió el Sagrado Costado y el Divino Corazón de mi Hijo es, ahora, la espada que penetra mi Corazón.
Hagan reparación a este Corazón de Madre que tanto los ama y que solo recibe la indiferencia de sus hijos.
Renueven, queridos hijos, la devoción de los Primeros Sábados de cada mes. Acudan al sacramento de la penitencia, vivan la santa Misa y comulguen el Cuerpo Eucarístico de mi Hijo, con la intención de consolar a su Madre y oren el Cenáculo de Oración.
Solo obedeciendo mis Llamados de Amor y de Conversión encontrarán la paz.
Con mi Doloroso e Inmaculado Corazón los bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.