Mi Sagrado Corazón, desde el momento en que empezó a formarse en el Vientre Puro e Inmaculado de Mi Amada Madre, fue una Víctima de Amor. Mi Corazón fue formado para ser una Víctima por los pecados del mundo, y para ser Ofrenda Expiatoria.
Hijos, Mi Corazón, en cada palpitar, decía un te amo y te perdono, y ese palpitar se ha extendido hasta hoy; especialmente en los Sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía. En estos dos Sacramentos renuevo y actualizo ese te amo y te perdono. Mi Corazón, al amar y al perdonar, asumía y asume todos los pecados de ustedes y del mundo, para seguir alcanzando Misericordia a Mí Padre.
Pero ¿qué quiero enseñarles con esto, hijos? quiero que comprendan que aún ahora, después de Mi Resurrección, Mis Sufrimientos, que se convirtieron en místicos, no han cesado; sigo sufriendo, sigo siendo Víctima, sigo asumiendo el pecado, que en estos tiempos se ha multiplicado y se han hecho más graves.
Hijos, Mi Corazón, Víctima y Hostia, sufre mucho; pero aún observo la dureza de sus corazones. Yo quiero reposar en los corazones, pero cuando busco posada en ustedes, encuentro una roca; encuentro la dureza, y el desamor. Yo quiero descansar en ustedes, quiero reposar en ustedes.
Hijos, cuando adoren Mi Corazón Eucarístico recuerden que aún sufro, y quiero almas piadosas que me consuelen en este Calvario. Hijos, pueden dejar que Yo convierta sus corazones de piedra en corazones de carne. Sin su permiso, nada puedo hacer. Espero que tengan también Misericordia de su Jesús.
Les amo, como la Victima Eterna. Les bendigo, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.