Querido hijo de mi Doloroso e Inmaculado Corazón:
Yo fui, unida al Espíritu Santo, quien nos fijamos en ti, y te entregamos al
Corazón Eucarístico de mi hijo Jesús para que fueras el heraldo de nuestro Reinado de Amor; y es por medio de nuestras revelaciones, dadas a ti en el Apostolado para toda la humanidad, que estamos llamando, última vez, al hombre al amor y a la conversión.
Es por eso que, no solamente nos escuchas en nuestras apariciones, sino también, constantemente nuestros Sagrados Corazones que viven una eterna comunión, te hacen partícipe a ti de esa Alianza, de tal modo que cuando lloramos por la humanidad, nuestras Lagrimas, brillantes como escarchas brotan de las palmas de tus manos. Esta exudación llévalas a todos mis hijos, e impónselas a todos, y los signos de la sanación y de la gracia confirmarán que vas de parte de nuestros Sagrados Corazones.
Querido hijito:
También, Yo me aparecí en Cuapa, y el mensaje de Cuapa está siendo recordado por última vez en mi Jardín, en este Huerto de nuestros Sagrados Corazones, de tal modo que, lo que la Santísima Trinidad me pidió comenzar en Quapa, también le daré pleno cumplimiento aquí, porque esta aparición mariana en tu país será comprendida plenamente con las apariciones de mi Doloroso e Inmaculado Corazón, ahora, en este Huerto de Reparación de nuestros Sagrados Corazones.
De modo que todos mis mensajes marianos tendrán su plena realización en las promesas que he dado, aquí, en el Jardín del Final de los Tiempos, donde habitan los Dos corazones: de la nueva Eva y del nuevo Adán. Yo, la Madre y mi Hijo, el Redentor.
Con mi Doloroso e Inmaculado Corazón los bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.