Nuestra Santísima Madre está toda vestida de blanco, tiene en sus pechos Tres Rosas; la Madre dice:
Queridos hijos, Soy la Rosa del Amor Perfecto, y, con el símbolo de estas Rosas, traigo la Fragancia del Dios Amor hacia ustedes, Mis pequeños apóstoles. Y deseo con Mi Corazón que abran sus corazones, abandonándolo todo, desvaciándose por completo, para que se llenen del Espíritu del Amor de Dios.
Queridos hijos, y cuando el Espíritu del Amor de Dios esté en sus corazones, serán capaces de perdonar de verdad, de amar de verdad, pero también de vivir en la Verdad, serán capaces de discernir y glorificar a Jesús; porque con sus vidas, como pequeñitas rosas, expandirán la Fragancia del Amor de Jesús en el mundo; serán luz, serán fragancias, signos que acompañan a Mis hijos, a Mis apóstoles, en la propagación y anuncio de Mis Palabras Maternas y del Evangelio de Mi Hijo.
Pequeños, como pequeñas rosas que adornan Mi Corazón, permítanme presentarlos a la Santísima Trinidad, solamente abran su corazón al Amor: ¡Jesús les ama! En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.