Queridas almas, hijas de mi Padre, les invito nuevamente a que abran sus corazones. No importa si están heridos, enfermos, abandonados por la Gracia Divina; recuerden que mi Madre Corredentora de una cueva abandonada, pobre y desordenada, hizo la mejor cuna para Dios, y desde esa cueva, ignorada y desconocida, brilló la Luz para el mundo entero. Así, Yo deseo transformar sus corazones enviando a mi Madre y al Espíritu Santo para que actúen en ustedes, y, a través de ustedes, deseo que sus corazones sean como un espejo que refleje mi Corazón a los demás.
Pequeños, es necesario vivir los mensajes porque los mensajes son la explicitación o la actualización de la Palabra de Dios, y mis mensajes solo desean recordar y renovar en mi Resto Fiel la verdad del Evangelio.
Pequeños, reciban al Verbo Encarnado, imítenlo, llévenlo a los demás, para que haya paz, verdadera paz, en sus corazones y en toda la humanidad.
Oren, oren de verdad, para que sean instrumentos de paz y del Amor que provienen de mi Padre y del Espíritu Santo.
Yo les bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.