Queridos hijos de mi Corazón Inmaculado, mi Hijo Jesús ha venido al mundo con un mensaje de paz, de conversión, con una invitación a la conversión y al cambio de corazón; su mensaje fue rechazado, hasta el punto de que el rechazo humano lo llevó a la Cruz. Pero, ahora, mi Hijo, que es misericordia eterna, me envía como Madre a transmitir a su pueblo los últimos Llamados de Amor y de Conversión, para que su mensaje no sea olvidado.
Hijos, muchos se preguntan: ¿por qué tantos mensajes? Hijos míos, una madre no se cansa de repetir los mismos consejos a sus hijos y Yo soy vuestra Madre; les invito, hijos míos, nuevamente, a que tomen con mucha seriedad mis mensajes. ¡Vívanlos! ¡Oren! Oren para que mis mensajes se encarnen en sus vidas, y sean testimonio para los hombres, y sean consuelo para Dios, que está muy ofendido.
Mis mensajes son del Cielo y deben tomarlos en su corazón con un espíritu de devoción, de piedad, de respeto, pero, sobre todo, con un espíritu dispuesto y humilde.
Vuelvan su mirada a Nazaret, el día de la Anunciación, y no alejen de sus corazones esta frase: hágase en mí según su Palabra.
Les doy mi bendición maternal.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.