Durante la hora 24 de la Jornada de celebración y cierre del mes de Julio.
…y derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor de tu Doloroso e Inmaculado Corazón. Sobre toda la humanidad. Ahora y en la hora…
Hijos de mi Sangre Preciosa:
Su dignidad, su realeza y su valor han sido revestidos de gracia, de amor y de santidad. Y siguen siendo revestidos, de este sacerdocio común con mi Preciosa Sangre y fluye de cada mesa del Sacrificio de la Eucaristía y si el mundo entendiera el valor infinito y la dignidad invaluable con la que han sido consagrados reinaría el Amor Divino, la paz, y el progreso de la Iglesia en las almas sería una realidad. Pero, para eso, he levantado un Ejército: El Ejército de apóstoles de mi Preciosa Sangre en los Últimos Tiempos, El Apóstolado.
Escuchen y vivan con amor cada grito de mi Corazón.
Los amo. Los bendigo con mi Sangre Preciosa.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
Palabras de despedida del instrumento.
Paz y alegría en Jesús y en María amadísimos hermanos, hemos concluido con gran solemnidad, con gran coordinación, con gran organización –que da honra al Cielo– nuestra Jornada de adoración, de amor, de reparación a la Sangre Preciosa de nuestro amable Salvador, Jesucristo y a la Mujer Vestida de Sol de Apocalipsis, el Corazón Doloroso e Inmaculado de María.
Con gran alegría agradecemos a la Santísima Trinidad por esta oportunidad para amarle y para amar al mundo a través de nuestra oración.
Vamos al descanso. Vamos a recuperar fuerzas, pero también vamos a prepararnos para la gran Fiesta del Padre, para la gran Fiesta de nuestro Padre, nuestro Señor, nuestro Creador. El Rey del mundo. El Padre del Verbo: el primer domingo de agosto.
Vamos a descansar. Entregamos al Señor este hermoso día de amor. Nos preparamos entonces con alegría para seguir de fiesta, porque esa es la vida del Apostolado: Vivir en la tierra la Fiesta de la Pascua del Cielo para ser testigos de la esperanza, del amor.
Paz y alegría en Jesús y en María. Que todos los Santos que hemos celebrado hoy, especialmente San Ignacio de Loyola y nuestros Ángeles de la guarda oren por nosotros y con esperanza expectante nos preparamos para celebrar a nuestro amado Padre.
Bendito sea Dios que vivimos la Pascua de la Fiesta del Cielo en la tierra. Y que el Apostolado nos une a vivir y celebrar la esperanza.
Alabado sean los Sagrados Corazones Unidos de Jesús, José María. Sean por siempre. Es para siempre alabado.
Viva, la Preciosa Sangre de Cristo. Viva la Sangre de Cristo. Reine por siempre la Sangre de Cristo. Fiat.