Queridos hijos, pidan por la conversión de los corazones. Esta generación –de esta sociedad actual– ha caído en la degradación moral. Los hombres ya no respetan a sus hermanos y, por lo tanto, ya no creen en Dios. Esta generación es acusada por los Ángeles, por los pecados que se cometen, y los abortos claman justicia al Padre. La violencia está destruyendo vuestros pueblos. Los gobiernos están buscando un sólo ideal: reemplazar a Dios por las riquezas humanas.
Hijos, esta generación se dirige a un abismo y se auto-destruye, porque no hay sinceridad y conversión. Muy pocos escuchan a nuestros profetas y, otros, pocos más, son los que les creen, creen en la Palabra que se les ha sido dada para advertir, anunciar, edificar y denunciar.
Hijos, conságrense diariamente a nuestros Sacratísimos Corazones, serán vuestra protección en esta era de maldad.
Oren, oren, y no se cansen de orar, de elevar súplicas y plegarias a Dios Padre para que tenga misericordia del mundo.
Hijos, mi protección paternal estará con todas las almas sencillas y obedientes que buscan con sinceridad al Señor.
Les amo y les bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.