Queridos hijos, los miro a todos ustedes con ojos de Misericordia porque con fe y con amor oran mi Santo Rosario. Mis amadísimos hijos, el Espíritu Santo desea actuar con libertad en los corazones, pero el pecado y el materialismo –que se guardan en el interior de mis hijos– no permiten que el Espíritu Santo haga su Obra, porque no se abandonan a su Divino Querer. Pero a través de mi intercesión, Yo derramaré la presencia del Espíritu Santo sobre cada uno de los hijos que se consagran a mi Inmaculado Corazón y están atentos a las Palabras de mi Hijo, en el Santo Evangelio, y se dejan guiar por mis consejos maternos.
Queridos hijos, les invito a vivir en el Espíritu Santo, a aclamar la presencia del Espíritu Santo a través de mi Inmaculado Corazón, para que el Espíritu Santo y mi intercesión maternal conceda la paz en los corazones, protección, y santidad para toda la Iglesia, y una unción de mi Amor Materno para todo mi Ejército.
Queridos hijos, el Espíritu Santo y el Santo Rosario aumentarán vuestra fe, vuestro amor, y vuestra adoración a Jesús verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Les amo y les bendigo a todos.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.