Hijos de mi Corazón Paternal, mi Casto Corazón es el tesorero de Dios. Él me encomendó cuidar las Dos Perlas de la Revelación Salvífica: Jesús y María. Y en este cuidado de mi Corazón hacia los Dos Corazones, también se ha extendido desde la Cruz; al ser María Madre de toda la humanidad, también se extendió mi paternidad a todos los hijos de Dios. Y en este tiempo, el Cielo me ha pedido cuidar y proteger a las almas Apóstoles de los Sagrados Corazones de Jesús y de María en todo el mundo.
Pidan a mi Casto Corazón por la salvación de su familia, porque yo les prometo cuidar y atender las familias de todos los que se consagran a los Sagrados Corazones.
Queridos hijos, ustedes, sin embargo, deben seguir caminando tras las huellas de la Sagrada Familia, deben seguirnos con obediencia. No esperen que los demás me sigan o cambien.
¡Hijos, síganme ustedes! ¡Cambien ustedes! para que regresemos a la Casa de la Sagrada Familia. Ustedes deben servir como ejemplo para los demás; no esperen que los demás los comprendan, los escuchen. Les digo, solo los que tengan abierto el corazón y de verdad quieran cambiar de vida, van a aceptar de ustedes el testimonio; no las palabras, sino que, con el testimonio y con sus obras, demuestren que viven con Jesús y con María en el corazón.
Si ustedes son portadores de la paz, habrá paz en sus hogares, porque ustedes han sido escogidos para ser instrumentos de paz y de amor. No falten, ni traicionen esta gracia que ha dado el Cielo para estos Últimos Tiempos.
Ustedes sean los servidores, en Espíritu y en Verdad, de Jesús y de María, y de la Palabra de Dios.
Yo estoy con ustedes y mi protección les acompaña siempre.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.