Querido hijo:
La Encarnación mística es el Don más grande que la Trinidad Santísima concede a la creatura, porque es la encarnación de la Divina Voluntad en la creatura, la voluntad de la creatura queda en un dulce morir para que a través de ella viva Jesucristo.
A ti, querido hijo, que eres la pobre nada de nuestros Sagrados Corazones, misteriosamente, la Divina Voluntad quiso encarnar en tu corazón y espíritu nuestros Dos Sagrados Corazones. Por eso mismo es que también, fuera de las apariciones, puedes escucharnos y participar de nuestra Alianza de Corazones. Todos los apóstoles de nuestros Sagrados Corazones, viviendo los Llamados de Amor y de Conversión y abriendo su corazón a la espiritualidad de nuestro Apostolado, también viven la Alianza de nuestros Sagrados Corazones.
Pero, como signo visible de esa Encarnación Mística en ti, es que brota:
• como exudación, nuestras Lagrimas derramadas por la conversión del mundo;
• y las escarchas, que representan las Gracias que nuestros Sagrados Corazones conceden a las creaturas.
A los hijos y a los objetos que toques con las exudaciones serán dadas las Gracias que nuestros Sagrados Corazones deseen conceder.
Querido hijo, la pobre nada que repara nuestros Dos Corazones:
La gran promesa que di en Fátima la cumpliré en este Apostolado, y se manifestará en este Jardín de nuestros Sagrados Corazones Unidos, para toda la humanidad.
Con mi Doloroso e Inmaculado Corazón te bendigo, mi pequeña nada y mi pequeño profeta y bendigo a todos los apóstoles de nuestros Sagrados Corazones.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.