¡Alabados sean los Sagrados Corazones Unidos de Jesús y de María! ¡Alabados sean por siempre!
Pequeña nada del Divino Crucificado, al escogerte nuestra Señora, con el Espíritu Santo, para que fueras el heraldo del Reino de los Dos Sagrados Corazones, te envió para transmitir las últimas advertencias para que el corazón del mundo escuche y cambie y regrese a Dios a través de la Iglesia.
Esta causa del Reino de los Sagrados Corazones Unidos, desde el principio de la historia de la salvación, el Padre Tierno y Misericordioso me la ha confiado a Mí, el Arcángel Miguel, para guiar, defender y proteger al Ejército del Corazón de Jesús.
Por lo tanto, el Apostolado de los Sagrados Corazones es un Ejército de almas consagradas a Mí, San Miguel.
El Apostolado es el Ejército de San Miguel, Ejército que, con las armas espirituales, instaurará el gran Reinado de Jesús y de María.
Antes del Triunfo del Corazón Doloroso e Inmaculado de la mujer Vestida del Sol, primero vendrá el Triunfo del Arcángel San Miguel. El Triunfo del Arcángel Miguel presidirá el Triunfo del Corazón de la Corredentora.
Los bendigo. ¡¿Quién como Dios?!
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.