Pequeña nada, víctima de amor por los Sagrados Corazones de Jesús y de María unidos por el Espíritu Santo.
Mi esposa Inmaculada, como una rosa que toma entre sus manos, ha tomado tu alma para ponerla a los pies del Trono donde el Padre Misericordioso reina con amor, junto al Cordero. Y, esta rosa que es tu alma al ser atravesada con los dolores de la Cruz exhala más olor y más fragancia según el Corazón de Jesús. Fragancia que es el mismo amor reparador.
La Santísima Madre y Yo, el Divino Espíritu, te escogimos desde el vientre materno para enviarte como heraldo de los Últimos Llamados de Amor y de Conversión. Transmite, predica y anuncia el gran Reino del Espíritu Santo y de los Sagrados Corazones Unidos.
Te bendigo, pequeña victima por amor a Jesús con María.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.