Queridos hijos, muchas gracias del Cielo vienen al mundo cuando oran.
Queridos hijos, muchas gracias del Cielo vienen al mundo cuando oran con fe, cuando oran desde el corazón, cuando oran con amor. Porque Dios es amor[1].
Queridos hijos, les invito a transformarse por el amor de Jesús, para que sus vidas sean una continua alabanza y gloria al amor del Padre[2] que les ha amado hasta el extremo[3], hasta entregar a su Hijo Único, Jesucristo, en remisión de todos los pecados del mundo.
Queridos hijos, entreguen sus vidas a Dios, no tengan miedo de entregarse a Él. La Palabra de mi Hijo, deben leerla diariamente para que puedan guiarse y vivir en estos tiempos de tantas tinieblas.
Oren, oren, oren por Asia, oren por Brasil, oren por México, oren por Nicaragua. Consuelen a mi Padre con su vida de oración y de sacrificio. Renunciad, queridos hijos, a vuestra voluntad, a sus gustos, a sus planes. Entréguense a mi Hijo Jesús, y, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida[4], así les llevará al regazo del Padre, donde serán felices eternamente.
Amen de verdad a sus hermanos y a Dios porque en esto radica la salvación: en el amor. Porque Dios es amor[5].
Les amo y les bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
[1] 1 Jn, 4-8
[2] Hb 31, 15
[3] Jn 3, 16
[4] Jn 14, 6
[5] 1 Jn 4, 10