Queridos hijos e hijas de mi Sagrado Corazón Eucarístico:
Mi costado nuevamente ha sido abierto, pero, esta vez, no por la lanza del dolor y del pecado, sino por el amor; porque han lanzado a mi Corazón una flecha de oro que es su Fiat, y al decirme Fiat, hágase, mi corazón se abre, pero se abre con amor y con misericordia y derramando gracias abundantes sobre cada uno de ustedes.
Yo los he reunido, y para mí no hay obstáculo para derramar mis gracias y formar mi obra. Ni el tiempo ni el espacio. Porque incluso ellos están sometidos a mi voluntad. Todo lo que se ha vivido hasta hoy, ha sido permitido por mí para enseñar, para guiar o para corregir.
Las pruebas, los obstáculos. la Cruz es para que se derramen aún más gracias. La pequeña nada, desde acá la exprimo con el dolor, para que haya gracias para ustedes. Como la aceituna en la prensa, la destruyo para que salga aceite, para que salgan gracias para esta misión.
Confíen en mi Corazón. Confíen en mi Amor. Confíen en mi Divino Querer. Confíen en mi Providencia.
Queridos sacerdotes míos, esposas mías, hijos míos, los abrazo. Y en este abrazo reciban mi amor y las intenciones de mi Corazón para ustedes.
Los amo y los bendigo. Pero quiero que sean ustedes quienes, ahora, bendigan a todo el Apostolado. Den juntos, sacerdotes y cristos míos, su bendición, ahora, para toda mi Obra Magna y con fe expectante sigan viviendo este encuentro conmigo.
Haré de ustedes sacerdotes y consagrados del nuevo reino, del Reino Eucarístico. Sacerdotes y consagrados del Triunfo del Corazón de mi Madre. Sacerdotes y consagrados del y para el Espíritu Santo. Amén.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.