Hijito, obedecer mi ley es amarme.
Mi ley es mi Divina Voluntad, la cual debe hacerse vida en cada uno de mis hijos, cuando la obedecen.
Mi ley es amor, porque con mi ley Yo, como buen Padre, como Padre Tiernísimo, les marco el camino de la Cruz, del amor, de la rectitud, de la sabiduría.
Si sus corazones me aman, cumplirán mi ley. Ley que es amor, ley que, en sí misma, es un camino a mi Corazón amoroso de Papá. Pero cuánto mal el hombre ha cometido contra el hombre por no cumplir mi amor, mi ley.
Los niños ahora son educados sin mi ley. Hijos míos, recuerden, enseñen, eduquen a sus hijos desde mi ley. Yo soy un papá tiernísimo que les ama y les conducirá, si así me lo permiten, a un remanso de amor. Con ustedes, hijos, todos, tengo un proyecto de amor que se unifica en los Corazones Unidos de Jesús y María. Por eso, déjense amar por mí.
Les amo y les bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.