Yo Soy la Dama Blanca de la Paz
Queridos hijos, Yo soy la Dama Blanca de la Paz. Les llamo a la conversión.
La conversión, mis pequeños, es una lucha ardua, dura, difícil, –pero no imposible–, porque conversión es dejar de ser ustedes mismos para que sea Jesucristo viviendo en ustedes[1], de tal manera que la Divina Voluntad de mi Hijo sea ‘una’ con ustedes[2][3].
Hijito, hoy te animo a predicar la Gran Obra de mi Corazón Corredentor. Vengo a ti para que juntos, con la oración, salvemos a la humanidad. Necesita ser redimida. Yo necesito apóstoles de estos Últimos Tiempos que predican y llevan la Buena Noticia de mi Hijo, el Señor3.
Es necesario que oren por Cuba, necesita ser purificada para ser liberada. Oren por toda la Iglesia.
Quiero de ustedes sacrificio, oración y penitencia. Clamen junto a Mí con el Santo Rosario, participen de la Sagrada Eucaristía. Cuando están en la santa Misa, están conmigo, junto a Mí, su Santísima Madre, al pie de la Cruz[4] del Amor y Reconciliación de mi Hijo Jesús en el Gólgota.
Yo te amo y te bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
[1] Gálatas 2, 20
[2] Sn Juan 4, 34
[3] Juan 4, 14
[4] Sn Juan 19, 26