Sus cuerpos, templos visibles del Dios invisible
Vuestros cuerpos son míos, Yo los creo desde el Amor. Cada hombre, cada mujer son creados, no importando su situación, por mi infinito Amor.
Pero mi adversario, sabiendo que cada uno de ustedes es la niña de mis ojos, los ata a la desgracia del pecado arrancándolos de mi Eterno Corazón. Pues, también, mi pureza rechaza el pecado y es allí, mi querido niño, donde por Misericordia dispuse el purgatorio para que ninguno se pierda.
Hijitos, lo que era imposible para los hombres: la salvación, no es imposible para Mí. Yo actúo en Divina Voluntad en la creatura. Cuando disponen todo su ser a Mí, viven, actúan en Divina Voluntad; y vivir en Divina Voluntad es hacer lo que a mi Corazón Trinitario agrada.
Yo, Padre, consagro a la creatura, el Hijo la redime y el Espíritu Santo actúa en ella moviéndola, impulsándola, recreándola en la verdad para que llegue a un conocimiento pleno; pero lo harán viviendo en gracia, rechazando el pecado, orando y ayunando, centrándose en la Eucaristía.
Cuando sus cuerpos reciben al Hijo con el Padre en el Espíritu Santo, en la Sagrada Forma, reciben a la Santísima Trinidad y su vida en comunión de amor, y sus cuerpos se transforman en el Templo visible del Dios Uno y Trino, invisible.
En estos tiempos sean tabernáculos en el Sagrado Tabernáculo: en el Corazón Inmaculado de la Inmaculada, la Madre Trinitaria, la Hija Predilecta, la Esposa Enamorada, la Madre del Pueblo Nuevo de Israel.
La Iglesia y la señal de Isaías y Juan les guardarán para que, en esta era de maldad e impureza, no sean profanados estos tabernáculos que son ustedes.
Conságrense a su Corazón Inmaculado, Trinitario y Eucarístico para que no desfallezcan.
Te amo y te bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.