Queridos hijos, abran sus corazones a la Paz de Dios.
Que la Paz vele sus corazones para que puedan comprender la Palabra de mi Hijo, para que puedan aceptar la Divina Voluntad. Porque la Paz es un fruto del Espíritu Santo. Y donde está el Espíritu Santo hay Paz.
No se perturben por las cosas materiales de la vida. Abran sus corazones a la Divina Providencia. Dependan de la mano del Señor, que Él conoce sus necesidades.
Vivan en Paz para que puedan amar. Vivan en Paz para que puedan perdonar. Vivan en Paz para que vivan la felicidad, la alegría de Jesús Niño que viene a salvarlos.
Queridos hijos, abran sus corazones a la Presencia de Dios. Y sean mis verdaderos hijos cumpliendo mis peticiones.
Bendigo todo lo que han puesto en el Altar.
Yo les amo y les bendigo, queridos hijos.
En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.