Queridos hijos, mi Corazón Inmaculado derrama sobre sus corazones bendiciones de fe, de esperanza, y de caridad; para que con éstas tres virtudes crezcan como el ejército de nuestros Dos Corazones; para que con éstas tres virtudes perseveren en el seguimiento del Señor; para que con éstas tres virtudes no se desanimen y sigan adelante, aunque todo esté turbio y oscuro. La Luz del Señor lo aclara.
Por eso, queridos hijos, aprendan a vivir mis mensajes, recíbanlos con fe, practíquenlos con mucho amor. Confíen totalmente en mis palabras, que son palabras de amor para un mundo cansado, triste, herido de tanta corrupción.
Queridos hijos, entre más sea la intensidad con que abran el corazón, responderán, aún más, al Llamado evangélico del Señor. ¡Vivan su Evangelio! ¡Vivan mis palabras! Porque Yo les invito y les exhorto a que comprendan lo que, mi Hijo, ya les ha enseñado.
Queridos hijos, sean corazones alegres, sean corazones niños. Aprendan a alabar mucho a Jesús. Alábenlo sin cesar con mucha alegría. Y adórenlo en el Santísimo Sacramento del Altar. Adoren a mi Hijo, que tanto les ama. Él os llama a que se refugien y consagren a nuestros Dos Corazones Unidos, por el Amor.
Queridos hijos, Yo, vuestra Madre, intercedo por cada uno de ustedes ante mi Hijo. No se perturben. Espérenlo todo de nuestras manos generosas. El Espíritu Santo lo hace, lo ha hecho, y lo hará todo, para la Gloria de Dios, la salvación de sus almas, y el bien de la Santa Iglesia.
Les amo y les bendigo. Bendigo lo que han puesto en mi Altar.
En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.