Alabado sea el Sagrado Corazón Eucarístico de nuestro Señor Jesucristo.
Queridos hijos de mi Casto y Amante Corazón:
Dios Padre Tierno y misericordioso confió tanto en mi humanidad para custodiar, proveer, proteger, servir y amar a los dos tesoros escondidos del plan de la Redención, –el Sagrado Corazón Eucarístico del Verbo Encarnado y el Corazón Doloroso e Inmaculado de la Virgen Madre– para consagrarme a estos Dos Corazones y ser un testimonio de esta consagración, para toda la humanidad.
El trabajo y el amor, el amor y el trabajo que –con la luz de la fe– santifica, dignifica, purifica y eleva el don del ser humano en la santidad.
Mi Casto y Amante de Corazón es entonces modelo para todos los apóstoles de los Dos Sagrados Corazones: Vivir en fe, trabajar con amor, y ser santos en lo cotidiano.
La perseverancia en la fidelidad a Dios en las cosas pequeñas, como lo puede ser el trabajo, es una escuela de santidad divina.
Vivan, trabajen y amen para gloria de Dios Padre Tierno y Misericordioso.
Vuélvanse un himno ordinario de gloria para los Sagrados Corazones Unidos de Jesús y de María. Y, por medio del servicio de trabajo, háganse santos y cooperen con la santidad de los hermanos.
Mi Casto y Amante Corazón, que desde el silencio ofreció con fe su trabajo cotidiano, los bendigo y oro por ustedes y por el mundo entero.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.