Recibe la enseñanza de mi Sagrado Corazón.
Mi querido hijo, vives en el tiempo nuevo de los Profetas[1], tiempo en que mi Misericordia se derrama sobre las almas de toda raza. Tiempo en que muchos entregan su sangre por testimoniar mi Nombre. Porque ha llegado el tiempo en que las gracias se reúnen, en que mi pueblo se unifique, y mi amada Iglesia se vivifique en el Espíritu Santo.
He aquí el tiempo, mi pequeño, que te nombro Elías, Elías de mi Sagrado Corazón y Agonizante, hijo especial de Fátima, alma del Carmelo, es ahora el tiempo en que los hijos de Nuestros Sagrados Corazones refrescan con nuestras Palabras los corazones de muchos. Mi pequeño Rebaño Fiel, sean valientes al llamado de mi Vicario, Francisco, el Papa de Nuestros Dos Corazones que desea unificar mi Casa.
Oren, oren, oren para que mis intenciones se realicen. Da testimonio. Que, desde el silencio de tu alma, clames con voz fuerte en el desierto de la humanidad. Tú, mi pequeño profeta, ve delante para que acerques mis hijos a mi Sagrado Corazón.
Nuestro Apostolado será un Ejército Mariano.
Desde lo profundo de mi Sagrado Corazón te amo y te bendigo, Elías de mi corazón.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
[1] Hechos 2, 16-18