Mi Madre, Madre de las primicias.
Querido hijito, Yo te he apartado del mundo, aunque vivas en el mundo, pero no vives para o como el mundo. Hijito, te he llamado y consagrado a una vida de dolor y de amor, en una sola palabra “alma víctima” de Nuestros Dos Corazones. Cada dolor y sufrimiento tuyo, hijo mío, apresura el pronto Triunfo del Doloroso e Inmaculado Corazón de María y el Advenimiento de mi Reino Eucarístico.
Hijo, eres una primicia, las almas víctimas, apóstoles de los Últimos Tiempos y consoladores de Nuestros Dos Corazones, son primicias, son sacrificios, la ofrenda prima, el holocausto primero, como lo hacía mi pueblo, lo primero y lo mejor para mi Padre.
Ahora, hijo, en este tiempo mi Madre, es la Madre de estas primicias. Mi Madre es la que se entrega y entrega conjuntamente con mis almas víctimas, sus primicias. Mi Madre viene llamando y reuniendo las primicias, las almas que se ofrecerán por medio del Corazón de mi Madre.
Mi Madre quien entregará y ya está entregando de Sus propias Manos Purísimas, todas las primicias que son las almas víctimas, en su Sacrificio de alabanza y consuelo al Padre, junto al Hijo, con el Espíritu Santo. Hijito, se una primicia, se mi alma consoladora.
Te amo y te bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.