Pequeña nada, con la encarnación mística de los Dos Corazones, el de Jesús y el de María en tu corazón, has recibido la transverberación: tu corazón por el dardo del Amor Divino se ha abierto para recibir a los Sagrados Corazones del Hijo y de la Madre, unidos por Mí. Todas estas gracias son frutos de un árbol: el Árbol de la Cruz.
Jesús te ha hecho: tú crucificado con Él, por amor. Por amor a Pedro, a los sacerdotes, a la Iglesia y a los que aún no conocen el Amor Divino.
A través de nuestros Llamados, y de todas estas gracias de amor, deseamos que muchas almas viviendo la espiritualidad de los Sagrados Corazones, regresando a la Iglesia, y a los Sacramentos, santifiquen sus vidas.
Mediten junto a mi Llamado de Amor y de Conversión el Capítulo 34 del Libro del Génesis.
Pobre alma traspasada de Jesús, Yo, el Divino Espíritu te bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.