Queridos hijos, con mi Manto Inmaculado los cubro y los protejo del maligno enemigo para que sean siempre decididos a decir “sí” a la Voluntad del Señor, y estén dispuestos a vivir la Palabra de Dios.
Cuando viven la Palabra de Dios, las promesas que ella contiene se hacen realidad en vuestros pequeños corazones. Y la Palabra de Dios les iluminará, purificará y glorificará, cuando sean llamados por Jesús.
Mis queridos hijos, subo al Cielo como la Corredentora de las almas y me reconocen –los coros celestiales y la creación entera y mis hijos fieles–, como la Medianera de todas las Gracias; por eso, pequeños, fui Asunta al Cielo, por el Amor de Jesús mi Hijo, y junto a Él, Corredentora de su Redención, e intercedo por toda la Iglesia y por todo mi Ejército Mariano.
Queridos hijos, mi Asunción es la derrota de satanás porque, levantada por mi Hijo, es humillado con mi humildad y es cegado por la claridad de la pureza de Dios en mi Corazón Inmaculado.
Queridos hijos, oren con alegría, oren con fe y vivan en la esperanza Mis Llamados de Amor y de Conversión.
Les amo y les bendigo con mi Maternal Bendición.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.