Queridos hijos, como vuestra Mama del Cielo, hoy deseo enseñarles las cosas del Cielo. Quiero, también, que ustedes vivan lo que el Sagrado Corazón de mi Hijo vivió a sus doce años cuando, perdido por tres días, San José y Yo lo encontramos predicando en el Templo con los maestros de la Ley; cuando le pregunté porque nos había hecho esto, porque estábamos preocupados por Él, mi Hijo Jesús respondió: Debo ocuparme de las cosas del Padre.
Queridos hijos, preocúpense, también, ustedes por las cosas del Padre Celestial, lean la Palabra de Dios y, a través de la oración y el ayuno, fortalezcan su relación con Dios. Hijitos, las preocupaciones de la vida no deben sobreponerse con las cosas celestiales, porque recuerden el mandato que dio el Señor en la Ley a Moisés: Amar a Dios sobre todas las cosas. Y Mi Hijo Jesús les ha enseñado: Busquen primero el Reino de Dios y todo lo demás, es decir, lo necesario, les será dado por añadidura. Vuestra primera ocupación debe ser mi Hijo Jesús, atiéndanlo con amor, escuchen su Evangelio, y acompáñenme a Mí, vuestra Mama, al pie de la Cruz, donde está mi Hijo Jesús, y juntos recibiremos el nuevo Reino Eucarístico que vendrá a toda la tierra.
Oren y aumenten vuestra fe, con la oración, y con la oración vivan en esperanza los Llamados de Amor y de Conversión. Vuestra Mama les ama.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.