Mi verdadera prisión.
La verdadera prisión es aquella que ata mi Corazón a la miseria humana, donde, una vez más, mi pequeño, soy juzgado, soy atado y soy condenado. Continuamente en muchos corazones humanos soy crucificado.
Ora y repara, porque el Amor no es amado.
Te ama y te bendice tu Amor Eucarístico.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.