Pequeña nada, en mi Divina Voluntad, para estos Últimos Tiempos, estaba predestinado el Ejército de la Mujer Vestida del Sol y del Cordero que, con la fuerza del Espíritu Santo se levantaría por toda la tierra para el triunfo de los Dos Corazones y el Reinado Eucarístico. Pero, para unir a mi Ejército de apóstoles de los Últimos Tiempos, necesitaba un heraldo, un anunciador; y, ese heraldo, consagrado para esta misión por el Espíritu Santo y los Sagrados Corazones Unidos, eres tú, mi pequeña nada. Me fijé en ti por tu miseria, tu pobreza y tu pequeñez de espíritu.
Y el Cordero y la Inmaculada, a través de ti, desean unir al Ejército Eucarístico y Mariano.
Te bendigo, pequeña nada, y exhorto a todos los apóstoles de los Dos Corazones:
Que, para vivir verdaderamente la espiritualidad de esta Obra Magna, deben leer, meditar y orar, EN ORDEN, todos los Llamados de Amor y de Conversión y así entenderán mejor este plan para el Triunfo del Corazón Doloroso e Inmaculado de María y el Reinado del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.
Su Padre Tierno y Misericordioso, también, los bendice.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.