Sigue mis huellas.
Querido hijo, sigue mis huellas, vengo a consagrar tu mente y tu cuerpo, tu alma y tu espíritu. Sigue mi Espíritu, sigue mis pasos.
El instrumento: luego me dijo que repitiera el siguiente mensaje:
Penitencia, penitencia, penitencia. Os amo a todos. Queridos hijos, amen más a mi Hijo Jesús. Os doy mi Bendición.
Mas tarde, ese mismo día, empecé a sufrir, físicamente, la pasión de Jesús, mi Señor. Sentí dolor en mis manos, pies y costado; en mi cabeza y en mi ojo izquierdo, este ojo –se me dijo– es el ojo que golpearon y de encegueció por la sangre que fluyó de su cabeza.