Sean dóciles a la Palabra de Dios.
Les invito a la conversión, a la oración del corazón y a la práctica del ayuno.
Mis queridos hijos, mientras el mundo se hace sordo a la voz de Dios, ustedes traten de orar más para que sean dóciles a la Palabra de Jesús.
Yo les invito a un cambio de corazón, con sinceridad, para que ya no ofendan más al Padre, que está muy ofendido por los pecados de esta generación.
Yo les invito a que, con la oración, abran sus corazones y puedan cumplir la misión que el Padre les ha encomendado.
Yo los protejo a todos porque todos son mis hijos y a todos ustedes los guardo en mi Doloroso e Inmaculado Corazón.
Queridos hijos, oren para que venga pronto el Triunfo de Nuestros Sagrados Corazones Unidos. Oren, oren por la Iglesia y por la conversión de los pecadores. Oren para que no tengan miedo de entregarse totalmente a Jesús y así, el Espíritu Santo actuará en ustedes.
Cuando conozcan el amor del Señor, pidan ese amor para sus hermanos, para sanar, para construir, para edificar. No tengan miedo, queridos hijos, de entregarse totalmente a Jesús porque Él, es el que sabe lo que verdaderamente necesitan[1].
Abran sus corazones a la paz, para que la paz reine en ustedes y en sus familias.
Recen el Santo Rosario en familia, por el mundo, para que mis intenciones se realicen y el Reino Eucarístico de Jesús venga pronto a ustedes.
Yo he bendecido estas rosas para que lleven mi amor de Madre y mis gracias maternas lleguen a sus hogares.
Gracias, queridos hijos, por escuchar a vuestra Madre Celestial.
Les amo y les bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
[1] Mt 6, 32; 6,8