Solemnidad de María Madre de la Iglesia
Hijos amados:
Mi Espíritu se derrama sobre toda la tierra (Hech 2, 16-17) (Is 44, 3) santificando toda la creación y dignificando a toda persona. Mi Espíritu desde el principio ha sido entregado a través del Verbo Divino (Jn 14, 6-16). Nosotros tres, desde que el mundo solo era tinieblas (Gn 1, 2) (Hb 11, 3) (Is 45, 18) hemos amado y este Amor Divino ha dado luz, orden, sentido y belleza, haciendo de lo que antes era nada, una maravillosa creación (Col 1, 15) (Jn 7,39).
Hoy esta creación necesita una renovación, una transfiguración, una eucaristización (Ap 21, 3-7) (Is 65, 17). Por eso mismo, los dos grandes reparadores, el Corazón Eucarístico del Hijo Redentor (Jn 19, 34-35) y el Corazón Doloroso e Inmaculado de la Nueva Eva (Is 7, 14) (2Mc 7) han movido un instrumento para esta renovación; es el Apostolado (Gn 3, 1415). El mundo debe escuchar a estos dos grandes reparadores porque solamente, por medio de la Alianza de los Dos Sagrados Corazones recibirán la efusión del Espíritu Santo (Ap 21, 3-7).
Los amo y los bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.